Silencios



jueves, 27 de noviembre de 2008

Mi alegato. Primera revisión

Miles de años atrás, un gran hombre se cuestionó que hacia en la vida. Problamente fue apartado del grupo y abandonado a su suerte, pero encendió la actitud racional en que se originó la filosofia. Pero, desde entonces, los hombres pensaron y descubrieron el poder del pensamiento. Algunos llegaron a sentirse libres, a otros sólo unos ignorantes, y a unos pocos a sentirse superiores.


Ningún creador estuvo impulsado por el deseo de servir a sus hermanos, porque sus hermanos rechazaron siempre el regalo que les ofrecía, ya que ese regalo destruía la rutina perezosa de sus vidas. Su único móvil fue su verdad. Su propia verdad y su propio trabajo para concretarla a su manera: una sinfonía, un libro, una máquina, una filosofía, una pintura; eso era su meta y su vida. No aquellos que escuchaban, leían, trabajaban, creían, volaban o habitaban lo que él realizaba. La creación, no sus usuarios. La creación, no los beneficios que otros recibían de ella. La creación que daba forma a su verdad. Él sostuvo su verdad por encima de todo y contra todos.

Su visión, su fuerza, su valor, provenían de su espíritu. El espíritu de un hombre es, sin embargo, su ego, esa entidad que constituye su conciencia. Pensar, sentir, juzgar, obrar son funciones del ego.

Los creadores no son altruistas. Ese es todo el secreto de su poder. Son autosuficientes, auto inspirados, auto generados. Una causa primigenia, una fuente de energía, una fuerza vital, un primer motor original. El creador no atiende a nada ni a nadie. Vive para sí mismo.

Y solamente viviendo para sí mismo, el creador ha sido capaz de realizar esas cosas que son la gloria de la humanidad. Tal es la naturaleza de la creación.

El hombre no puede sobrevivir, salvo mediante su propia mente. Llega desarmado a la Tierra. Su cerebro es su única arma. Los animales obtienen el alimento por la fuerza. El hombre no tiene garras, ni colmillos, ni cuernos, ni gran fuerza muscular. Debe aprender a ser feliz, a encontrar su verdad mediante el pensamiento.


Pero el pensamiento no te da derecho a la verdad absoluta. Sólo tienes derecho a tu verdad. Aquellos que piensan que su verdad está por sobre de los demás, son aquellos que ansían el poder sobre el resto, los lideres, los poderosos.


El interés del creador es conquistar la naturaleza. El interés del poderoso es conquistar al resto de los hombres, es imponer su pensamiento.

El creador vive para su trabajo. No necesita de otros hombres. Su fin esencial está en sí mismo. El poderoso vive de otros. Necesita de los demás. Los demás se convierten en su motivo principal.

La necesidad básica del creador es la independencia. La mente que razona no puede trabajar bajo ninguna forma de coerción. No puede ser sometida, sacrificada o subordinada a ninguna consideración, cualquiera sea esta. Exige una independencia total en su función y en su móvil. Para un creador todas las relaciones con los hombres son secundarias.

La necesidad básica del poderoso es asegurar sus vínculos con los hombres para que lo alimenten. Coloca las relaciones en primer lugar. Declara que el hombre existe para servir a los demás. Predica el altruismo.

El altruismo es la doctrina que exige que el hombre viva para los demás y coloque a los otros sobre sí mismo. La que otorga poder, en vez de repartirlo.

Pero nadie puede vivir para otro. No puede compartir su espíritu, como no puede compartir su cuerpo. El poderoso se vale del altruismo como arma de explotación e invierte los principios morales del género humano. Les enseña a los hombres preceptos para destruir su propio pensamiento. Les enseña que la dependencia es una virtud, y que el es la verdad.


Quien intenta vivir para los demás es un dependiente. Es un poderoso en su motivación y hace poderoso a quienes sirve. La relación no produce más que una mutua corrupción. Es imposible conceptualmente. Lo que más se aproxima a ello en la realidad –el hombre que vive para servir a otros- es el esclavo. Si la esclavitud física es repulsiva, ¿cuánto más repulsivo es el servilismo del espíritu? El esclavo conquistado tiene un vestigio de honor, tiene el mérito de haber resistido y de considerar que su condición es mala. Pero aquel que se esclaviza voluntariamente, en nombre del amor, es la más baja de las criaturas. Degrada la dignidad humana y degrada el concepto de amor. Esta es la esencia del altruismo.

A los hombres se les ha enseñado que la virtud más alta no es crear, sino dar. Sin embargo, no se puede dar lo que no ha sido creado. La creación es anterior a la distribución, pues, de lo contrario, no habría nada que distribuir. La necesidad de un creador es previa a la de un beneficiario. No obstante, se nos ha enseñado a admirar al poderoso que distribuye como regalos lo que no ha producido. Elogiamos un acto de caridad. Nos encogemos de hombros ante un acto de realización.

Se nos ha enseñado que la primera preocupación debe consistir en aliviar el sufrimiento de los demás. Pero el sufrimiento es una enfermedad. Si uno se la encuentra, intenta dar consuelo y asistencia. Hacer de eso el más alto testimonio de virtud es considerar al sufrimiento como lo más importante de la vida. Entonces el hombre debe desear ver sufrir a los demás para poder ser virtuoso. Tal es la naturaleza del altruismo. El creador no tiene interés en la enfermedad, sino en la vida. Sin embargo, la obra de los creadores ha eliminado una enfermedad tras otra, en el cuerpo y en el espíritu humanos, y ha producido más alivio para el sufrimiento que lo que cualquier altruista pueda jamás concebir.

Se nos ha enseñado que es una virtud estar de acuerdo con los otros. Mas el creador es alguien que disiente. Se nos ha enseñado que es una virtud nadar con la corriente. Pero el creador nada contra la corriente. Se nos ha enseñado que estar juntos constituye una virtud. Pero el creador está solo.

Se nos ha enseñado que el ego es sinónimo de mal y el altruismo el ideal de la virtud. Pero mientras el creador es egoísta e inteligente, el altruista es un imbécil que no piensa, no siente, no juzga, no actúa. Esas son funciones del ego.

En esto la reversión de los valores básicos es más mortífera. Toda virtud ha sido pervertida y al hombre no se le ha dejado libertad alguna. Como polos del bien y del mal, se le ofrecieron dos concepciones: altruismo y egoísmo. El altruismo se define como el sacrificio del yo por los otros. El egoísmo, como el sacrificio de los otros por el yo..... Esto ató al hombre irrevocablemente a otros hombres y no le dejó más que una elección de dolor: su propio dolor en aras del bien de los demás, o el dolor de los demás en aras de su propio bien. Cuando se agregó la monstruosa idea de que el hombre debe encontrar felicidad en el sacrificio, la trampa quedó sellada. Se le ha enseñado a querer ser poderoso como el ideal, y con su poder atrearlo con ese propio pensamiento. Este es el fraude más terrible que se ha perpetrado en contra de la humanidad.

No se trata de elegir entre el auto sacrificio y dominación, sino entre independencia y dependencia. El código del creador o el código del poderoso. Esta es la cuestión básica, cuestión que descansa sobre la opción de la vida o la muerte. El código del creador está construido sobre las necesidades de la mente que razona y que permite al hombre sobrevivir. El código del poderoso está construido sobre las necesidades de una mente incapaz de sobrevivir. Todo lo que procede del ego independiente es bueno. Todo lo que procede del poderoso dependiente es malo.

El verdadero egoísta no es quien sacrifica a los demás. Es el que no tiene necesidad de usar a los demás de ninguna forma. No obra por medio de ellos. No está interesado en ellos en ningún aspecto fundamental. Ni en su objeto, ni es su móvil, ni en su pensamiento, ni en su deseo, ni en la fuente de su energía. El verdadero egoísta no vive para ninguna otra persona y no le pide a nadie que viva para él. Esta es la única forma de fraternidad y de respeto mutuo posible entre los seres humanos.

Los grados de capacidad varían, pero el principio básico es siempre el mismo: la medida de la independencia de alguien, su iniciativa y su amor por sus ideas determinan su talento y su valor. La independencia es la regla para evaluar la virtud y el valor humano. Lo que vale es lo que el hombre es y hace de sí mismo, no lo que haya o no haya hecho por los demás. No hay sustitutos para la dignidad personal. No hay más parámetro de la dignidad personal que la independencia.

El primer derecho en la Tierra es el derecho al ego. El primer deber del hombre es para consigo mismo y ser feliz. Su ley moral consiste en nunca hacer de los demás su objetivo principal. Su obligación moral es hacer lo que él desee, siempre que su deseo no dependa primordialmente de los demás. Esto incluye las acciones del creador, el pensador y el verdadero trabajador. Pero no incluye las del gángster, el altruista y el dictador.

Una persona piensa y trabaja sola. Pero no puede robar, explotar ni gobernar sola. El robo, la explotación y la sociedad presuponen la existencia de víctimas. Implican dependencia. Corresponden a la jurisdicción de los poderosos

Los poderosos no son egoístas. No creen en nada, ni en ellos. Existen, enteramente, a través de los demás. Su fin está en sus súbditos, en la actividad de esclavizar. Son tan dependientes como el mendigo, el trabajador social o el bandido. La forma de dependencia carece de importancia.

Pero se nos ha enseñado a considerar a los tiranos, emperadores y dictadores, como los exponentes del egoísmo. Mediante este fraude fuimos obligados a destruir al ego, a nosotros mismos y a los demás. El propósito del fraude fue destruir a los creadores, o someterlos, que es lo mismo. No tener poder es una debilidad para ellos.

Desde el principio de la historia, los dos antagonistas han estado frente a frente: el indivuo y los poderosos. Cuando el antiguo pensador descubrió la felicidad en si mismo, los poderosos respondieron inventando el altruismo como una necesidad.

El creador, negado, combatido, perseguido, explotado, continuó, siguió adelante y consiguió llegar a dónde se proponia. El poderoso no contribuyó en nada, más allá de los obstáculos. La contienda tiene otro nombre: lo individual contra lo colectivo.

El bien común de una colectividad, una raza, una clase, ha sido la pretensión y la justificación de toda tiranía que se haya establecido sobre los hombres. Los mayores horrores de la historia han sido cometidos en nombre de móviles altruistas. ¿Acaso alguna vez algún acto de generosidad altruista ha igualado a todas las carnicerías perpetradas por los discípulos del altruismo? ¿El defecto reside en la hipocresía humana, o en la naturaleza del principio? Los carniceros más temibles han sido los más sinceros. Creían en la sociedad perfecta alcanzada mediante la guillotina y el pelotón de fusilamiento. Nadie cuestionó su derecho a asesinar, porque asesinaban con un propósito altruista. Se aceptó que el hombre debe ser sacrificado por otros hombres. Cambian los actores, pero el curso de la tragedia se mantiene idéntico: un humanitario que empieza con declaraciones de amor hacia la humanidad y termina con un mar de sangre. Continúa y continuará mientras los hombres crean que una acción es buena si no es egoísta. Eso permite que el altruista actúe y obliga a su víctima a soportarlo. Los líderes de los movimientos colectivistas no piden nada para sí mismos pero miren los resultados.

Nos enseñan a creer una verdad, la verdad social, la de los poderosos. Y sobretodo nos enseñan a no pensar por nosotros mismos. A quién piensa diferente se le separa del resto, se le margina.

Ahora el pensamiento solo camina hacia una dirección, la de la ciencia, lo que le interesa a los poderosos. Pero los males de antaño siguen. Siguen habiendo guerras, siguen habiendo ricos y pobres, nobles y vagabundos, y millones que mueren de hambre.


El único bien que los hombres pueden darse reciprocamente y la única declaración de correcta relación es: ¡Piensen por vosotros mismos y no piensen por mí!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Veig que ja tindré un espai on contestar a les teves dosis de realisme.

Et recomano un lloc que crec que t'agradarà:
http://selsdevie.blogspot.com/

Elena dijo...

Molt bé, doncs em paso per alt les normes del meu propi decret i et deixo passar a fer un cop d'ull quan et vingui de gust jaja

I quin gust entrar aquí i trobar-me de primeres amb Gary Cooper.